No es un secreto que la natación es uno de los deportes más completos a nivel físico y mental. Pero en las edades más tempranas adquiere, además, una importancia que va más allá de la mera capacidad para desenvolverse en el agua de una piscina o el mar.
La natación es una práctica fantástica para estimular el desarrollo del sistema muscular del cuerpo humano. Por eso, cuando la/el niña/o está en pleno desarrollo, es ideal para ayudarle a crecer más y mejor:
Desarrollo y fortalecimiento de los músculos:
La natación implica todo el cuerpo, exige coordinación motora, ayuda a minimizar los riesgos de lesiones, además de mejorar la condición cardiovascular y aumentar la resistencia física. Asimismo, incrementa la fuerza al desarrollar las habilidades psicomotrices. El resultado es una mejor condición, mayor equilibrio y una mayor resistencia que les acompañarán a lo largo de la vida.
Desarrolla independencia, autoconfianza y solidaridad:
Aprender a nadar transmite una sensación de independencia que es muy importante para el desarrollo social y ayuda a superar miedos. De igual forma, fomenta la disciplina, la solidaridad y la interacción con compañeras/os dándoles seguridad y conocimiento acuático e inculca autoconfianza.
Amplía y mejora la capacidad del sistema respiratorio:
Expande sus pulmones y les enseña a respirar bien. Nadar ayuda a las/os niñas/os a prevenir enfermedades respiratorias y ayuda a quienes ya padecen una. Una sesión de al menos 30 minutos de natación les permite relajarse, mejorar su apetito y ayuda a dormir profundamente.
Ayuda a reconocer mejor el espacio: con la natación, aprenden a activar su coordinación motora lo que les ayuda a reconocer mejor el espacio que los rodea; les permite verse tal y cómo son al utilizar bañadores lo que fomenta el respeto mutuo y las relaciones interpersonales.
Escuela de natación:
El Estadio tiene su propia escuela de natación, de la mano del CN Judizmendi. En ella se aborda la enseñanza de la natación de forma progresiva y gradual, con diferentes niveles de acuerdo a la edad de la niña o niño. El objetivo final de este largo proceso no es la simple supervivencia en el agua, sino la adquisición de unas habilidades acuáticas que permitirán, por una parte, desenvolverse en el medio acuático y, por otra, utilizar la natación como actividad a la hora de adquirir hábitos de vida saludables en el futuro.